Ayer estuve rodando por el parque de Arcentales, cuna de grandes atletas y testigo de enormes entrenamientos. Realmente el nombre correcto es el Parque del Paraíso de San Blas, pero todos los corredores lo conocemos por Arcentales. Es el parque en el que di mis primeras zancadas, con 13 años, preparando aquella carrera de Canillejas del año 1983, en la que participaron los míticos Abascal, Domingo Rarrión, Cerrada, Campos, Matamoros, Ortega y Benjamín Fernández. Arcentales sigue siendo un lugar mágico, especial, e inspirador de grandes rodajes. Yo ayer reviví grandes recuerdos, dando dos vueltas al circuito. Empecé a ritmo suave, pero poco a poco fui animándome para terminar en ritmos de 3´50¨ (que ya es correr en este circuito), con una media de 4´05¨ en un total de 7 km. Mis piernas cada día se encuentran mejor, y sigo frenándome y atándome los pies. Mis tobillos empiezan a ser resortes de nuevo, y la reactividad de los tendones en cada pisada es más palpable conforme pasan los días. Aún así sigo ralentizando los entrenamientos, para esperar el comienzo de una fantástica temporada 2015-2016, en la que me centraré a correr en pista, primero en pista cubierta y en verano al aire libre. Con 45 años dejaré las distancias de 10.000, 5.000 y 3.000 m que tantas alegrías me han dado en categoría M40, para volver a mis orígenes adolescentes del 800 y 1500 m. Mi forma de entrenar será diferente porque el objetivo es otro, mucho entrenamiento de fuerza, con rodajes muy controlados y cortos, entrenamientos sucintos pero siempre buscando la máximo eficiencia del entrenamiento para disfrutar de nuevo como un niño.
Entrenamiento, herramienta para la mejora del rendimiento, pero solo si la intensidad es milimétricamente ajustada.
El entrenamiento es la herramienta que tenemos para mejorar no solo nuestro rendimiento, fundamentalmente a través de la adaptación generada en el músculo. Ahora bien,