La distancia de los 10 km es una clásica en el calendario estival de carreras populares. A pesar de ser una distancia aparentemente corta en comparación con sus hermanas mayores, el componente aeróbico es fundamental para un resultado exitoso. De esta manera, el ritmo controlado es sin duda una parte del entrenamiento importante a la hora de la planificación. Sin embargo, el concepto de ritmo controlado está desvirtuado y perturbado por la gran mayoría de los corredores. Así, es muy habitual encontrarse atletas realizando » ritmos controlados» a ritmos muy similares a los de la competición, resultando en un rendimiento comprometido.
«El ritmo controlado es aquél que está en el límite del intervalo en el que la curva de generación de lactato comienza a ser exponencial, en una distancia del 80 % de la distancia correspondiente a la competición»
El entrenamiento de ritmo controlado no debe generar un desgaste muscular excesivo. El principal objetivo de un ritmo controlado es conseguir la mejora del rendimiento a través de la gestión adecuada en la eficiencia energética de la célula muscular. Por lo tanto hemos de hilar muy fino en los ritmos, y así un exceso podría dar lugar a resultados contrarios a los esperados, y rendimiento deportivo comprometido.
Hemos de clarificar, que a pesar de ser un entrenamiento crítico, el ritmo controlado no es el único componente a tener en cuenta en la planificación de entrenamiento para distancias de 10 km. Existen otros componentes que junto al ritmo controlado deberían ser meticulosamente incorporados para soportar de forma exitosa la exigencia física muscular inherente a la competición de 10 km.