Todos estamos de acuerdo en la importancia de incorporar un correcto entrenamiento de fuerza dentro de la planificación de entrenamientos de carrera. Sin embargo, ¿cuál es el objetivo del trabajo de fuerza para el corredor? ¿Qué buscamos con el entrenamiento de fuerza? En principio la respuesta podría ser hacernos más fuertes para correr más rápido. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que el corredor más fuerte muscularmente no es necesariamente el más rápido. Entonces, ¿qué buscamos con el entrenamiento de fuerza? Más allá de hacernos más fuertes, debemos buscar eficiencia en la carrera.
Podría ser un error común en los corredores trabajar la fuerza para transferir ésta a la carrera. Sin embargo, transferencia de una actividad a otra, en este caso de las pesas a a la carrera se antoja harto complicado. El gesto de la carrera es muy específico, y difícilmente trasladaremos el trabajo de las pesas para correr más rápido. Este hecho es especialmente evidente en corredores de fondo, pero también en distancias explosivas de velocidad. Es más, si nos fijamos en el estereotipo físico del atleta velocista, en la actualidad nos estamos alejando del atleta musculado, y acercándonos al músculo no más grande sino al más eficiente. Recordemos que un músculo más grande no necesariamente es más eficiente en el deporte, y así factores de comunicación neuromuscular son cada día más tenidos en cuenta a la hora de buscar rendimiento. Por lo tanto, y paradójicamente, es posible que sea la mejora en la eficiencia de carrera y no tanto la fuerza lo que se debe buscar con el entrenamiento de fuerza en rendimiento del corredor. Eficiencia implica que todo el sistema muscular funcione y entre en juego en cada una de la biomecánica del movimiento durante la carrera.
Imaginemos la fase de impulsión cuando corremos. Tenemos desde el pie (flexores plantares- gemelos, soleos, plantar delgado, tibial posterior, flexores de los dedos…), rodilla (flexión de rodilla- bíceps femoral, semimembranoso, semitendinoso), extensión de cadera (los mismos flexores de rodilla mencionados anteriormente, además de glúteo mayor, parte del aductor mayor…). En definitiva, lo que debemos buscar durante la impulsión no es tanto unos isquios fuertes, sino más bien que TODOS los músculos implicados en la mecánica de impulsión mencionados anteriormente entren en juego, para una mejor distribución/gestión de fuerzas, y así lograr una mayor eficiencia, rendimiento y menor sobrecarga que si entraran solo los isquios.
Más allá de buscar fuerza, es muy posible que debamos buscar eficiencia en el trabajo fino y purista de todo el sistema muscular, especialmente en atletas veteranos con grandes deficiencias neuromusculares. No es fuerza bruta, sino fuerza eficiente. No es volumen muscular, sino más bien eficiencia neuromuscular.