Correr con dolor lejos de mejorar la salud, debilita

Correr ha sido siempre mi pasión, mi forma de vida, algo inherente a mí mismo. He viajado mucho, desde los 18 años, y mis zapatillas de correr siempre han estado en mi maleta. Ahora, después de 50 años, y con toda una vida corriendo y estudiando, me entristece ver cómo correr se está convirtiendo en una forma de debilitamiento muscular, metabólico, articular y cardiovascular, más que aportar salud. Todos los días intento ayudar corredores a correr sin dolor, porque entiendo lo importante que es para ellos entrenar con buenas sensaciones, al igual que lo ha sido siempre para mí. Sin embargo, siempre el mismo panorama, dolores, molestias, y lesiones interminables que no terminan de cesar a pesar de llevar sufriéndolas durante años. Correr con dolor se ha convertido en una rutina, algo «normal», y asumido por el corredor como «parte del juego». El corredor sigue cayendo en los mismos errores, semana tras semana, durante meses e incluso años, y son pocos los que asumen a un cambio a mejor. Las excusas de falta de tiempo para entrenar el sistema muscular, y el engaño a uno mismo mirando el pulso y las sensaciones en lugar de asumir innumerables debilidades musculares hace prácticamente inviable el objetivo principal, correr con salud; la gestión de la intensidad no radica en los ritmos, ni en las pulsaciones, sino en el sistema muscular, como pilar angular del entrenamiento. 

Dejando de lado la confusión de términos deporte vs. ejercicio, el deporte es ampliamente prescrito por la comunidad médica como fuente de salud. Los medios de comunicación nos incitan a hacer deporte. La creencia de que correr mejora nuestra salud nos ha llevado a pensar que más es mejor. Es más, pensamos que emulando gestas de las excelencias nos llevará a actividades saludables y a nuestra propia excelencia. Sin embargo, excelencias en el deporte son pocas. Más todavía, todos pensamos que sabemos correr, simplemente ponernos unas zapatillas y salir al parque.

«Comenzamos a correr en edades cercanas a los 40 años, con 30 min de carrera, para en pocos meses realizar nuestro primer 10 k. En breve, perdemos peso, y estamos ya corriendo media maratón, para terminar realizando nuestro primer maratón. Todo ello en meses, más que en años. A partir de ahí, pasamos a dos maratones al año, y entrenos de intensidad difícilmente asimilables. Los 42 km no son suficientes, porque ya lo hemos hecho, ahora queremos más, con más entrenamiento y sólo corriendo, todos los días, y sin ningún control. La gestión de la intensidad para qué, porque cuanta más intensidad mejor, a pesar de ir reventado en cada entrenamiento. Todos los días a tope, sin descanso ni asimilación. Pensamos que correr es maravilloso, porque incluso perdemos peso, nos «ponemos en forma porque estamos delgados», sin apenas modificar nuestros hábitos nutricionales. Correr es fantástico, nos permite comer lo que queramos, sin dietas, y además sociable. Correr con amigos es divertido, y nos ayuda a «meter más km». Entrenamiento de fuerza no hago, porque es aburrido, y me quita tiempo para correr. No tengo tiempo para hacer entrenamiento de fuerza, y si lo hago simplemente voy al circo del gimnasio, para hacer zancadas con una barra en los hombros o unas mancuernas en las manos, o sentadillas con saltos. Fuerza consiste en levantar peso, emulando la zancada de la carrera, dando saltos y con explosividad. Cuanta más explosividad meta en la fuerza mejor, porque «lo lento no vale para nada» y además «me hace lento». Pero si no puedo ir al gimnasio no pasa nada, porque hago fuerza metiendo cuestas una vez a la semana para sentirme fuerte, aunque me haga daño. Más todavía, correr engancha, comenzamos a mejorar nuestros tiempos, simplemente corriendo más días a la semana, más km, más series y más carreras populares. En las carreras, si son maratones mejor todavía, porque los 10 km no nos gustan, son agónicos y además no mejoramos. Sin embargo, el maratón, con ritmos más agradecidos, es más fácil, más divertido, y menos agónico, a pesar de estar más 3 horas corriendo».

Correr sin una gestión adecuada, sin tener un sistema muscular y articular preparado para ello lleva a los siguientes resultados;

  • A nivel articular; Pocos corredores están preparados articularmente para poder soportar carreras de larga distancia. El impacto de cada zancada sobre el suelo durante un maratón desencadena en un estrés articular difícilmente soportable por nuestro cuerpo, y más con edades superiores a los 40 años. El estrés de las carreras de fondo llevan implícitos desgastes irreversibles, que en pocos años nos llevan a dañar nuestro cuerpo de tal manera que terminaremos literalmente cojos. En ocasiones las molestias se manifiestan en rodilla, otras en tobillo o pie, en cadera o incluso en hombro y espalda. Cada movimiento que hacemos lleva implícito un desgaste, mayor cuanto mayor es el número de veces que la articulación trabaja; también mayor cuanto menor estabilidad es capaz de dar la musculatura subyacente. Con el paso del tiempo, con 2 ó 3 maratones al año corridos, incluso algún ultra, con los años, da lugar al desgaste asociado no sólo a la edad sino sobre todo al sobreuso y a la debilidad muscular pobremente trabajada. El daño producido en la articulación por los millones de impactos brutalmente soportados, termina irremediablemente en el machaque de nuestras articulaciones, redundando negativamente en nuestra salud. Son nuestras articulaciones, porque la opción de cambiarlas por otras no debería de llegar.
  • A nivel muscular; La musculatura está pensada para dar estabilidad a la articulación. El pensamiento de que estar en forma significa estar fino, y delgado, «en peso», desencadena en atrofia y debilitamiento muscular severo. Si además añadimos el estrés de la carrera sobre nuestra musculatura, y un trabajo de fuerza inexistente o erróneamente realizado, el resultado no puede ser otro que la lesión, y con el paso del tiempo un sistema muscular prácticamente inexistente, y poco eficiente. Hemos de ser conscientes de que correr debilita, más cuanto mayor sea el tiempo de carrera, y cuanto menos esté nuestra musculatura preparada para el debilitamiento progresivo y continuo asociado al movimiento de la carrera
  • A nivel cardiovascular; Contrariamente a lo que se piensa, estudios en centros de prestigio como la Clínica Mayo en USA han demostrado que deportes de resistencia como maratones o ultramaratones, realizados de forma repetitiva en pocos años, lejos de mejorar nuestra salud cardiovascular induce arritmias , calcificaciones en arterias coronarias, y disfunciones diastólicas. Por lo tanto, correr largas distancias, de forma descontrolada, y sin estar preparado para ello, puede desencadenar en perjuicios para la función cardíaca, más que beneficios. Estos estudios concluyen que ritmos de 130 pulsaciones mantenido durante horas es más estresante para el corazón que pulsaciones de 160 durante 30 min.
  • A nivel hormonal; Como todos sabemos, el músculo es un órgano endocrino, capaz de liberar hormonas llamados mioquinas, extremadamente beneficiosas para la salud. Pues bien, el nivel de mioquinas liberadas por el músculo es ínfimo en actividades de larga duración como el maratón, en comparación con el nivel segregado en actividades de poca duración y más intensidad como puede ser 10 km ó 5 km.

En definitiva, correr podría ser saludable, siempre y cuando;

  1. Nuestro sistema muscular esté preparado para soportar el estrés del impacto de la carrera.
  2. El entrenamiento del músculo prime sobre el entrenamiento de carrera.
    1. El músculo es el verdadero demandante de energía, no el corazón.
    2. El músculo es el encargado de liberar mioquinas, hormonas mediadoras de nuestra salud.
  3. El entrenamiento esté sutilmente gestionado, e individualizado para cada corredor. Olvidémonos de las excelencias, porque éstas nos confunden, y además tienen probablemente 20 años menos que nosotros con una genética inigualable.
  4. Correr no es un medio para perder peso, y en ningún caso puede sustituir a una alimentación adecuada. Una alimentación correcta es también salud, y no puede ser sustituido por otro componente diferente a los hábitos nutricionales adecuados.
  5. La salud ha de primar a la hora de planificar el entrenamiento.
  6. El objetivo principal ha de estar siempre enfocado hacia correr durante muchos años, todos los años, y sin molestias. Correr con molestias lejos de mejorar nuestra salud, nos debilita.

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Formación

Luis del Águila

• Doctor en Fisiología.
  (Penn State University, USA).
• Fellowship.
  (Harvard Medical School, USA).
• Licenciado en Bioquímica. 
  (Universidad de Navarra, Pamplona)
• Recordman Nacional Master
• Medallista Internacional Master
• Campeón de España Master
• Campeón Regional Absolut
• Apasionado del Entrenamiento

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