Son muchos los factores e indicadores que forman parte del entrenamiento. Pulsaciones, ritmos, intensidad, alimentación, fuerza, psicología, cardio… sin embargo, el factor que debe primar sobre todos ellos es la salud. En cualquier caso, hemos de preguntarnos qué es la salud en el entrenamiento. Hay datos preocupantes en el entrenamiento, y más en el deporte de la carrera, indicándonos que 8 de cada 10 corredores se lesionan al menos una vez al año. Con estos números, deberíamos recapacitar sobre si realmente correr es saludable. Pocos son los corredores que terminan una temporada entera sin tener que parar por lesión. Datos para reflexionar, y que nos invitan al menos a la posibilidad de replantearse la forma de entrenamiento que llevamos haciendo desde épocas inmemoriales. Parece que más es siempre mejor, y lejos de conformarnos con correr carreras de 10 km, el boom del «running» nos lleva a correr maratones y ultras, sin estar preparado en la gran inmensa mayoría de los casos para ello. Cada día tengo más dudas de que correr, tal y como está siendo planteado, sea saludable. Si no cambiamos el concepto del running, y seguimos entrenando a todo lo que nuestro cuerpo pueda dar, en pocos años los corredores en España se verán abocados no solo a tener que dejar de correr, sino que además tendrán que convivir con dolores articulares difícilmente reversibles. El replanteamiento del entrenamiento para el corredor es necesario, ya que de otra manera correr más que proporcionarnos salud dará lugar a debilitamientos y lesiones eternas. Deporte no siempre es salud, y especialmente en corredores veteranos, quienes sí o sí han de tener una especial sutileza en el entrenamiento.
Correr ha sido siempre mi pasión, pero en ocasiones me preocupa ver corredores entrenando sin ser conscientes de la agresividad que supone el deporte de la carrera sobre nuestras articulaciones, y sistema músculo-esquelético. No me cansaré de transmitir que correr, como cualquier deporte, más que fortalecer, debilita. Todos los días veo corredores totalmente reventados, y puedo intuir la limitación física no solo de su vida deportiva sino también del día a día. Atletas que han sido capaces de llevar entrenamientos extremadamente exigentes, al cabo de los años terminan por no poder ni siquiera caminar sin dolor.
Es muy posible que el lector piense que todo esto es ajeno a su caso, pero al final la intensidad desmesurada del entrenamiento conllevará a lesiones eternas, difícilmente recuperables, no solo para correr sino incluso para poder llevar un día «normal» sin dolor.
El éxito de un plan de entrenamiento no radica en hacer entrenos intensos, o incluso en lograr determinadas marcas, sin en no lesionar. Hace 20 años se le preguntaba al entrenador de Michael Jordan cuál era la clave del éxito del entrenamiento, y la respuesta fue NO LESIONAR. Efectivamente, lo más difícil en el entrenamiento del deportista no es entrenar intenso, fuerte , o a muerte, sino lograr encadenar años sin lesión. Solo de esa manera lograremos mejorar nuestro rendimiento con salud, porque lo que debería primar en cualquier entrenamiento es no lesionar. Todos queremos correr más. Sin embargo, la gestión inadecuada de la intensidad en el entrenamiento y la alta periodicidad de competiciones no son buenos aliados para competir con excelencia. Entrenar a tope no es bueno para la salud, pero tampoco lo es para el rendimiento.
Entrenar lo puede hacer cualquiera, ahora bien, entrenar sin lesionar está limitado solo a aquellos que son conscientes de la tremenda agresividad del deporte sobre nuestro organismo. Los medios de comunicación nos incitan a hacer deporte. La creencia de que correr mejora nuestra salud nos ha llevado a pensar que más es mejor. Es más, pensamos que emulando gestas de las excelencias nos llevará a actividades saludables y a nuestra propia excelencia. Sin embargo, excelencias en el deporte son pocas. Pocos son los corredores que logran entender la importancia de la gestión de la intensidad. Algunos tienen la suerte de ver resultados de forma inmediata, pero sin embargo otros no tienen la paciencia suficiente de entrenar de forma saludable. Correr es de pacientes, y correr con dolor se ha convertido en una rutina, algo «normal», y asumido por el corredor como «parte del juego». El corredor sigue cayendo en los mismos errores, semana tras semana, durante meses e incluso años, y son pocos los que asumen a un cambio a mejor.
La esencia del entrenamiento radica en la paciencia, con la gestión adecuada de la intensidad, para poder de esta manera no solo mejorar nuestro rendimiento sino además, y lo más importante correr sin dolor durante mucho años, todos los años de nuestra vida.