Crónica #eaglespeople
Regresamos por fin a la competición popular tras el parón de casi un año por lesión, ah, maldita fascia-lata…
Nuestra primera incursión ha discurrido por tierras ciudad-realeñas en el 10K de Socuéllamos. Una carrera que, dado su perfil esencialmente plano, invita a buscar marca y está llamada a ser un clásico en el calendario anual del machaca de pro.
Ambiente de lujo con más de mil participantes, locales y foráneos, y estupenda organización, muy atenta a todas las incidencias. A destacar, la bolsa del corredor, todo un aliciente que anima a repetir; y es que finalizado el evento, cada atleta, bolsa en mano, parecía haber salido de un ultramarinos, tal era la abundancia de premios: vino de la tierra (de excelente factura, por cierto), pack de chorizo y morcilla, ensaimada, mantecadas y bollería local, además de isotónica y revista)… Ah, y cervecita en la llegada.
Hemos tenido el honor de compartir esta fiesta del deporte con nuestro querido crack, Javier Barrio (Bocata-Panceta Runner) que rubricaba su mejor 10K precisamente aquí, en la tierra de sus ancestros, parando el crono en poco más de 44 minutos.
Por su parte, un servidor fue a su rebufo hasta aproximadamente la mitad del trayecto, viendo alejarse a «su liebre» desde el km 5, y pasando bajo el arco en 45′:24», muy lejos aún de anteriores registros, pero mejor de lo esperado (en principio habríamos firmado por 47′).
Así pues, discreto ritmo medio de 4′:35»/km (Médium Mode), aunque ligeramente superior a lo pautado por nuestro «Míster», Luis del Aguila, que me desaconsejaba ir más allá de los 4′:45» por aquello de no forzar los engranajes tras la recuperación. Y es que, en principio, las sensaciones parecían más optimistas de lo que podíamos pensar. Ambos comentamos que probablemente empezamos más «alegres» de lo debido, pero una vez en faena… había que continuar, no era momento para remilgos. Y como era lógico, el ritmo decreció algo en la segunda vuelta.
Ya desde el 6 puedo afirmar que iba en ese punto límite en que, sí, podíamos aún apretar algo más, pero con serio riesgo de «pinchar» y lo sensato era ser cautelosos.
Momento de gratitud para cada uno de mis tendones, articulaciones o músculos por haberme permitido disfrutar de tan dulce momento sin atisbo de dolor. Algo en lo que sin duda tienen mucho que ver profesionales de la talla de Luis del Aguila o Javier San Miguel, sin cuya labor habría sido imposible esta recuperación. Para ellos, mi reconocimiento por su ciencia (y paciencia) para con el machaca. Sin olvidar la inestimable cooperación de «La Oposición», Mayte, que una vez más me acompañó en la aventura prestándome todo su apoyo logístico y emocional.
Fin de la fiesta con una exquisita paella para reponer carbohidratos junto a Bocata-Panceta Runner y su familia.
Saludos, machacas.
Pronad, supinad, pero ante todo… ¡¡Corred!!