Correr implica gestionar fuerzas utilizando todos los recursos que tiene el sistema muscular (neuromuscular, SNM) para realizar el gesto de la carrera de la forma más eficiente, segura y controlada posible. El problema surge cuando al pedir un esfuerzo máximo en cada uno de los gestos de la carrera nuestro SNM no tiene suficientes recursos musculares para poder llegar a realizar el gesto con la exigencia requerida. Problema porque es en estas situaciones cuando nuestro el sistema tiene que compensar con lo que tiene; así, el gesto será realizado de forma poco eficiente, sin control, y sin seguridad, desencadenando en un rendimiento comprometido y en muchos casos en sobrecarga por sobreuso o lesión.
La mejor forma, por eficiencia y seguridad, de poder mejorar nuestro rendimiento es trabajando en todos y cada uno de los músculos del sistema neuromuscular implicados en la biomecánica del gesto de la carrera. Es un tremendo error trabajar solo los cuatro magníficos (cuádriceps, isquios, glúteo y abdominal), porque éstos ya están habitualmente fuertes, y son los demás los que comprometen el rendimiento y la salud del corredor.
Pongamos el ejemplo la sobrecarga de isquios, un problema muy habitual en corredores. Pues bien, las lesiones en isquios no están provocadas en la mayoría de los casos por debilidad en ellos, sino por sobreuso como consecuencia de compensación inducida por debilidad en mecánica de extensores de columna (multífidos por ejemplo) y extensores de cadera (fibras verticales del aductor mayor entre otros). Es un gran error trabajar la fuerza del músculo lesionado, ya que normalmente el origen del problema no proviene de éste, sino de otros que no entran en el gesto por debilidad. Hemos sin embargo trabajar la musculatura débil implicada en la misma mecánica de movimiento del músculo lesionado. No centremos el trabajo de fuerza en músculos grandes, sino en pequeños, porque son estos últimos los que realmente comprometen el rendimiento y los causantes principales de sobrecarga y lesiones.