Una de las premisas del entrenamiento es dar la intensidad mínima necesaria para generar adaptación y por ende mejora en el rendimiento deportivo. Es crítico, y esencial ajustar la intensidad, ya que que si nos pasamos, el efecto podría ser opuesto al esperado, generando sobre-entrenamiento y en muchos casos lesión. Este hecho es especialmente evidente en el deporte de la carrera, en donde el entrenamiento es de por sí agresivo, poco seguro, y muy asociado a la lesión. Por lo tanto, hemos de ser escrupulosos a la hora de ajustar la intensidad en un deporte tan poco seguro y lesivo como es el atletismo. El entrenamiento será más exitosos cuanto más precisos seamos en ajustar la intensidad, y en crear el estímulo mínimo necesario para provocar mejora.
La esencia del entrenamiento de carrera se basa en buscar y ajustar la intensidad mágica que nos permita años de entrenamiento sin lesiones, porque la continuidad es la mejor herramienta para mejorar.
Busca tu intensidad mínima necesaria para producir adaptación, de forma segura, sin lesiones, y con la continuidad mejorarás el rendimiento deportivo. Entrenamientos sencillos, sin agresividad, controlados, con ajuste milimétrica de la intensidad, seguros y eficientes son la mejor base para inducir mejora.