La movilidad es la función de movimiento libre y sin restricciones de una articulación o sistema de articulaciones a través de un rango de movimiento fisiológicamente adecuado. De esta manera, el trabajo de estiramiento muscular es habitualmente empleado en deportistas con el objetivo de aumentar la movilidad a través del rango elástico de la fibra muscular. Sin embargo, como su nombre indica, la elasticidad muscular implica que el material regrese a su longitud inicial una vez finalizada la actividad del estiramiento propiamente dicho. Es decir, al igual que una banda elástica, la propiedad elástica de la fibra muscular vuelve a su longitud inicial después de terminar el proceso de estiramiento. Por este motivo, y con el objetivo de intentar ganar más rango de movimiento, e ir más allá de las propiedades elásticas, en algunos casos incluso de llega a límites para pasar de rango elástico al plástico. El resultando es degradación del tejido muscular, debilitamiento del mismo si es estirado excesivamente. Si embargo, y a pesar de forzar el rango elástico muscular, el resultado final suele ser llegar a la misma longitud de la fibra muscular. Además, hemos de tener en cuenta que los receptores mecánicos de la fibra muscular (mecanoreceptores y propioreceptores) intentarán por todos los medios mantener longitud constante de la fibra muscular.
El músculo se comporta como un muelle, de manera que señales nerviosas deben actuar para modificar el punto de partida del muelle con el objetivo de mantener una tensión constante. Todo ello mediante la acción del mecanismo de propiocepción. Cuando un músculo se contrae, los propioceptores envían señales a través del sistema nervioso, reduciendo la actividad de contracción. Por el contrario, cuando un músculo se estira, los propioceptores envían señales para inducir la contracción muscular.
¿Entonces, si el estiramiento no resulta en un aumento de rango, y además podemos llegar a dañar tejido por llegar a límites de rangos plásticos, por qué estiramos? La pregunta es interesante, y la única respuesta que podría intuir sería que el estiramiento se realiza con el objetivo de revertir el fenómeno de acortamiento muscular inducido por la contracción muscular continuada y estresante mediada por la práctica de deporte de alta intensidad. Sin embargo, si éste fuese el objetivo, tampoco tendría sentido, ya que el músculo está pensado para contraer, no para estirar. Es más, la función muscular mejora con la contracción muscular propiamente dicha, y no con la elongación de la fibra muscular. Recordemos que las bases de la fisiología muscular nos dicen que el músculo se contrae gracias al deslizamiento con acortamiento de las unidades de la fibra muscular, es decir los miofilamentos. Estirar un músculo implica llevar al músculo a su punto más débil, es decir, en su punto de elongación, en donde difícilmente facilita el deslizamiento de miofilamentos asociados a la contracción muscular. La generación de energía en forma de ATP se produce gracias al fenómeno de contracción muscular, y no de elongación.
Diferencias entre movilidad y estabilidad. Uno de los grandes errores del entrenamiento, y también de la salud, es confundir movidad con estabilidad. De nuevo, se define movilidad como la función de movimiento libre y sin restricciones de una articulación o sistema de articulaciones a través de un rango de movimiento fisiológicamente adecuado. Sin embargo, la estabilidad es la función del control NeuroMuscular en una articulación o serie de articulaciones que limita el movimiento a través del sistema propioceptivo para la creación de una tensión muscular adecuada y óptima para la función muscular; este fenómeno en fisiología se llama co-activación alfa-gamma. Es más, si mejoro el acortamiento muscular mediado por contracción muscular directamente estaré mejorando el rango del movimiento, pero no por aumentar el rango del músculo agonista en contracción, sino por inhibición del antagonista. Este fenómeno en fisiología se denomina inhibición recíproca.
Si quieres mejorar el rango de movimiento, no lo hagas estirando el músculo, sino más bien mejorando la función muscular de ese músculo agonista mediante el fenómeno co-activación alfa-gamma para directamente inhibir el antagonista y así aumentar rango sin perder capacidad contráctil del músculo por el mecanismo de inhibición recíproca.
En toda práctica deportiva lo que debe primar es la salud. La movilidad siempre tiene que estar supeditada a la estabilidad de la propia articulación. La estabilidad viene mediada por los mecanismos fisiológicos co-activación alfa-gamma e inhibición recíproca. Movilidad sin estabilidad da como resultado la lesión. Debemos trabajar la estabilidad, más que movilidad. Un músculo requiere tensión, necesaria para una óptima función muscular, y esta tensión viene dada por la co-activación alfa-gamma a través del sistema propioceptivo.
Estamos ante conceptos complicados de entender, pero necesarios para la prescripción saludable de ejercicio e incluso deporte. Nos enfrentamos a un paradigma, que más que ser nuevo, es desconocido o poco estudiado en la gran mayoría de los profesionales del deporte. Estoy seguro de que todos, con más o menos profundidad, hemos estudiado ambos mecanismos, co-activación alfa-gamma e inhibición recíproca en nuestra asignatura de fisiología. Médicos, fisioterapeutas, doctorados en fisiología y licenciados en actividad física y deporte. Ahora bien, también estoy convencido de que en muy pocas ocasiones se ha explicado bien, en la profundidad necesaria, y con la relevancia que merece. Lo más fácil es prescribir estiramientos para intentar alargar un «músculo tenso» previamente contraído con estrés en la práctica deportiva. Si intentamos matar moscas a cañonazos, muy probablemente no matemos ninguna mosca. Estamos en medio de un boom deportivo, en el que millones de personas salen a correr, y a practicar deporte. Todos los medios de comunicación, y e incluso médicos, potencian la práctica deportiva como medio para mejorar la salud. Sin embargo, estamos perturbando las fantásticas cualidades que tiene el deporte, y lo estamos convirtiendo en un medio para lesionar. Si no paramos esta progresión, más que mejorar la salud, en pocos años nos veremos abocados a grandes porcentajes de personas con lesión crónica y difícilmente revertible. El deporte puede ser fantástico y saludable, ahora bien también podría ser invasivo, e incluso peligroso si no es realizado de forma adecuada. Además, solo con el conocimiento en profundidad de la fisiología podremos llegar a entender y planificar entrenamientos en los que la salud debe primar ante todo.