Uno de los aspectos que en principio podría parecer clave en el éxito del entrenamiento es cómo estructuramos las semanas, los meses e incluso los años para un objetivo concreto. Alguno de los lectores se sorprenderá al leer el tiempo de años, pero efectivamente la constancia del entrenamiento durante años es sin duda una de las claves del éxito. La constancia es uno de los valores del deporte, y especialmente del atletismo.
Volvamos a la planificación del entrenamiento. Una vez más, el entrenamiento es fisiología, y para poder comprender en qué consiste una planificación de entrenamiento hemos de definir y explicar previamente algunos principios fisiológicos sin los cuales nos sería imposible estructurar un plan de entenamiento.
El primer principio fundamental es la carga de entrenamiento. De semana a semana, de un mes para el siguiente, la carga en principio debería ir incrementándose, con el objetivo de que el atleta vaya asimilando los entrenamientos y por lo tanto obtener una mejora. Por lo tanto la carga ha de ir incrementándose de forma progresiva. Ahora bien, esta progresión es individual en cada atleta, y debe ser ajustada en función de cada persona. Por esta razón, se hace complicado planificar con antelación, porque básicamente la progresión será función de la capacidad del atleta para asimilar el aumento progresivo de carga. Esta aspecto, de carga de entrenamiento, y sobre todo del ajuste continuo de la carga, es especialmente importante en deporte tremendamente lesivo como el atletismo. En la carrera, ya no solo jugamos con la asimilación metabólica, sino fundamentalmente con la asimilación a nivel muscular y articular.
El segundo concepto está relacionado con la especificidad del deporte. Como ya hemos mencionado en muchas ocasiones, el gesto es específico del deporte, y por lo tanto de poco nos va a servir entrenar un gesto que no sea el del puro deporte que hagamos. En otras palabras, lo que te va a hacer correr más rápido no es levantar 100 kg en sentadilla, sino los entrenamientos puramente asociados con la carrera. Ahora bien, hemos de tener en cuanta que la especificidad del gesto también requiere que nuestro sistema muscular esté preparado para poder soportar ese gesto, y sobre todo la carga del gesto. Es decir, el aumento de carga en la carrera nos hará correr más, pero siempre y cuando nuestros músculos y articulaciones estén preparados para soportar la carga concreta de entrenamiento.
El tercer principio está definido como reversibilidad. Este tercer principio está ligado con los dos anteriores. Imaginemos que un atleta va progresivamente aumentando la carga de entrenamiento, y además la especificidad del mismo. Es decir, con el paso de las semanas aumentamos la carga de entrenamiento, y además aumentamos la especificidad, con más km y más intensidad. Puede ocurrir, que si no ajustamos adecuadamente la progresión y nos pasamos, podríamos lesionarnos, y por lo tanto tendríamos que parar o disminuir la progresión de la carga e intensidad. Al parar por lesión, los beneficios obtenidos en las semanas y meses previos se perderían en parte, es decir, revertiríamos la progresión para temporalmente bajar nuestro rendimiento. Este tercer principio de reversibilidad es sin duda alguna el que tenemos que evitar que ocurra, ya que de lo contrario nuestra curva de progresión se vería negativamente afectada.
Podríamos definir un cuarto principio, y es la individualización del entrenamiento. La individualización viene mediada fundamentalmente por la capacidad de cada atleta de soportar el estrés del entrenamiento. Sin ninguna duda, el principio de individualización es clave para el éxito del entrenamiento. La individualización del entrenamiento es especialmente clave en deportes como el atletismo, con un alto grado de lesividad.
El quinto y último principio es la fuerza. Efectivamente, aquellos atletas más fuertes serán precisamente los que serán capaces de soportar más carga de entrenamiento, más específico, tendrán menos lesiones, y por lo tanto podrán mejorar más el rendimiento por las cargas altas de entrenamiento que pueden soportar sin lesionarse. Ahora bien, qué es la fuerza. El atleta más fuerte no es aquél que levanta más peso. El gran reto del entrenamiento del corredor no es tanto entrenar más rápido en la carrera, o hacer más miles, o más series o incluso más km. El principal reto es entrenar de forma óptima, correcta y eficiente el músculo, la fuerza, para lograr un sistema neuromuscular eficiente en el estresante gesto de la carrera. Sin embargo, desafortunadamente, el corredor no presta la atención necesaria al entrenamiento de fuerza, y se centra habitualmente en los entrenos de carrera. Además, existe una gran desinformación, o mala información sobre cómo debería de ser el entrenamiento de fuerza para el corredor. El entrenamiento de fuerza no está ausente de controversias, y de errores que deberíamos ir puliendo si queremos lograr un rendimiento óptimo y eficiente de nuestro entrenamiento. Un aspecto clave en el entrenamiento de fuerza es conocer los factores que determinan la capacidad del músculo para generar fuerza, y saber cómo entrenarlo para poder minimizar la lesividad del entrenamiento.
En definitiva, vemos que planificar más que hacer complejos Excel, consiste más bien en una adaptación lineal de la carga de entrenamiento, ajustar la intensidad, evitar la reversibilidad y la lesión; además, sin duda la individualización y el correcto trabajo de fuerza serán claves para un rendimiento exitoso en competición.