CÓMO REGULAR LA DOSIS ÓPTIMA DE MI PLAN DE ENTRENAMIENTO

Una de las claves para optimizar el rendimiento deportivo es el control adecuado de la intensidad y volumen de entrenamiento. Más no siempre es mejor. Entrenadores y atletas en la mayoría de las ocasiones nos obsesionamos con entrenar cada semana más, y más, corriendo el riesgo de la siempre temida lesión. El cuerpo humano es complejo, y con frecuencia nos olvidamos que la optimización del entrenamiento no es entrenar más sino entrenar mejor. La frase típica de “mañana más y mejor”, yo la cambiaría por “mañana mejor”.

Entrenar mejor implica conocer nuestro cuerpo, y especialmente los mecanismos implicados en el movimiento de éste durante la carrera. El estudio del movimiento humano es complejo, pero básicamente podemos diferenciar dos componentes: la estructura corporal, y el sistema nervioso. El conocimiento de la integridad entre ambos es clave a la hora de optimizar nuestro movimiento de carrera, y por lo tanto nuestro rendimiento. En la planificación de un entrenamiento habitualmente nos centramos en exceso en el primer componente (estructura corporal), y nos olvidamos de la importancia del segundo (sistema nervioso). Es decir que nos centramos en trabajar diferentes ritmos de entrenamiento, sin tener en cuenta que el sistema nervioso es clave para la activación de cada uno de los músculos implicados en la carrera. Recordemos que los músculos se contraen y se estiran por orden del sistema nervioso para producir un determinado movimiento. Es muy habitual identificar en atletas determinados músculos que no son activados por el sistema nervioso; o lo que es todavía peor, impedimentos unilaterales en la activación de determinados músculos, provocando asimetrías importantes. Como hemos mencionado en otras ocasiones (desequilibrios musculares), estas asimetrías comprometen seriamente el rendimiento, y terminan habitualmente en lesión. Esta lesión es consecuencia de un intento de compensación por otras partes del cuerpo para conseguir un determinado movimiento. Esta compensación del cuerpo tiene un coste elevado, ya no sólo energético (rendimiento), sino que a la larga también estructural (lesión). La mayoría de las lesiones son provocadas por compensaciones, y la probabilidad de la lesión es mayor cuanto más al límite pongamos nuestro entrenamiento. Las lesiones ocurren siempre cuando estamos a punto de hacer una marca personal, es decir, cuando nuestro cuerpo estructuralmente está preparado para correr muy rápido, pero neuromuscularmente está comprometido. Por lo tanto, entrenar mejor implica un equilibrio en nuestra mejora tanto estructural (muscular, tendinosa, ligamentosa, ósea, etc) como neuromuscular (activación nerviosa del sistema muscular). Si trabajamos únicamente el componente estructural olvidándonos del neuromuscular, no sólo estaremos comprometiendo el rendimiento deportivo, sino que tarde o temprano nos lesionaremos. Para conseguir un equilibrio en nuestro entrenamiento es fundamental identificar deficiencias neuromusculares para trabajarlas a la par del componente estructural. Sólo de esta manera la optimización del entrenamiento (rendimiento y salud de carrera) será máxima.

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Luis del Águila

• Doctor en Fisiología.
  (Penn State University, USA).
• Fellowship.
  (Harvard Medical School, USA).
• Licenciado en Bioquímica. 
  (Universidad de Navarra, Pamplona)
• Recordman Nacional Master
• Medallista Internacional Master
• Campeón de España Master
• Campeón Regional Absolut
• Apasionado del Entrenamiento

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