El entrenamiento de fuerza eficiente es sin duda una de las grandes asignaturas pendientes del corredor popular. La ausencia de trabajo de fuerza en musculatura específica es mayor todavía. Si además queremos rizar el rizo, en pocas ocasiones entrenamos musculatura que «aperentemente» no interviene en la zancada al correr, pero que sin embargo su papel es fundamental, como es el caso de músculos asociados a la extensión de columna lumbar (raquis lumbar). La zona de raquis lumbar, que reposa sobre el zócalo de la pelvis y se articula con el sacro, es el que soporta más carga del peso del tronco, y además es el que más problemas acarrea en lesiones asociadas a cadera, glúteo e isquios. Debilidad en raquis lumbar está además asociada a una deficiente técnica de carrera («correr sentado») con el consiguiente resultados en un rendimiento deportivo comprometido.
Independientemente del rendimiento deportivo, y si nos centramos en aspectos patológicos, un correcto funcionamiento de la musculatura erectora del raquis lumbar es fundamental para evitar fuerzas de cizalla anterior. Incluso, algunos autores (Levangie/Norkin en Joint Structure and Function) han indicado que un sobreestiramiento en flexión de la columna lumbar podría aumentar irritación y dolor más que aliviar en personas con patologías lumbares.
Por lo tanto, entrenar la fuerza va mucho más allá de entrenar los cuatro magníficos (cuádriceps, isquios, gemelos y abdomen). Solo con un entrenamiento de fuerza eficiente, y enfocado a la especificad más que a la generalidad lograremos conseguir el máximo rendimiento de nuestra planificación de entrenamiento. De poco sirve atiborrarse a kilómetros y series de forma indiscriminada si nuestra musculatura no está preparada para tal fin. Sin fuerza no hay carrera.