Es muy habitual observar planes de entrenamiento en atletas populares para preparar un objetivo concreto. Planes de 8 semanas para bajar de 35 min en 1o km, planes de 12 semanas para bajar de 3h30 min en maratón, planes de 14 semanas para bajar de 3 h en maratón, y así sucesivamente. Sin embargo, y siendo conscientes de que el papel lo aguanta todo, es muy probable que estemos empezando la casa por el tejado. Es muy fácil, extremadamente fácil, preparar un plan de entrenamiento para un objetivo concreto. Ahora bien, el atleta ha de estar preparado muscularmente para aguantar los ritmos y las intensidades para cumplir el plan. Así, en la mayoría de los casos un plan de entrenamiento sobre el papel resulta en sobre-entrenamiento o lesión.
Una pregunta frecuente de los atletas es por qué hacer los miles a 3.40 cuando podrían hacerlos a 3.30. La respuesta es muy sencilla, porque el sistema muscular ha de estar preparado para ello, y no solo el sistema cardiovascular. Un equilibrio entre sistema muscular y cardiovascular es primordial para que el entrenamiento sea exitoso. Sin embargo, y desafortunadamente el sistema muscular está totalmente olvidado o mal trabajado en la mayoría de los entrenamientos. Es un gran error obviar un plan de entrenamiento de fuerza adecuado en el plan, ya no solo para rendir de forma óptima, sino también para preparar el sistema muscular al tremendo estrés inherente al impacto durante la carrera. Lo que debe primar en cualquier plan de entrenamiento es no lesionar, y a partir de ahí, mejorar ajustando el entrenamiento de carrera y de fuerza a lo que el sistema muscular del corredor esté preparado. Cuando más fuerte muscularmente sea el corredor, mejor podrá soportar las intensidades necesarias para crear adaptación fisiológica y por lo tanto la mejora del rendimiento. Intentar mejorar con entrenamiento de carrera, sin un plan de fuerza concreto y óptimo para ello, sería como empezar a construir una casa por el tejado, sin los cimientos preparados para ello.
Por lo tanto, un entrenamiento de fuerza es clave para poder soportar la intensidad de cualquier entrenamiento de carrera. El sistema muscular debe responder de forma adecuada y óptima a las demandas de la carrera, ya que de otra manera, por muy bien preparados que estemos cardiovascularmente, nuestra musculatura tarde o temprano colapsará.
Correr es salud solo si preparamos de forma óptima a nuestro sistema muscular; en caso contrario estaremos continuamente entre algodones y será muy difícil mantener la premisa número 1 para la mejora del rendimiento; la continuidad.
Primar el entrenamiento del sistema muscular frente al cardiovascular es fundamental para un rendimiento óptimo.
Por último, enfatizar la importancia de que el entrenamiento de fuerza debe ser seguro, y con control. Picos de fuerza, y movimientos explosivos en la ejecución de la fuerza puede inducir riesgo de lesión, especialmente en corredores con grandes deficiencias de fuerza.