El pulso es un indicador de intensidad, aunque no el único, y probablemente tampoco el más importante. Incluso en el corredor de fondo, deberíamos reflexionar sobre otros indicadores que pasamos por alto en nuestra planificación de entrenamiento, y que quizá deberían primar sobre el rendimiento del corazón. Si nos ponemos a pensar en el factor limitante que hace bloquear literalmente el ritmo de un atleta en el kilómetro 35 de un maratón, o en el kilómetro 17 de una media, o en el 7-8 de un 10 km, seguramente no esté en el corazón. Factores mecánico-musculares y metabólicos en el músculo son probablemente los principales actores que determinan el rendimiento exitoso en cualquier prueba del atletismo. De esta manera, el corazón responderá a las exigencia impuesta desde la periferia (músculo ejercitado), pero no viceversa. Por mucha capacidad cardiovascular que tengamos, el rendimiento estará primado por el sistema muscular. Reflexionemos sobre las veces que hemos pensado «de arriba voy bien, pero las piernas no responden«. Un sistema muscular ineficiente dará lugar a rendimiento deportivo comprometido.
Con estas premisas en mente, quizá deberíamos intensificar la importancia del entrenamiento del músculo, y no tanto o solo del cardio, primando el entrenamiento de la musculatura.
Actualmente están empezando a ser utilizados potenciómetros en la carrera, con el objetivo de tener un indicador de fuerza/potencia. Sin embargo estamos todavía en unas fases muy embrionarias, porque no solo es importante tener mediciones correctas (estamos lejos de ello de momento), sino que también es fundamental saber cómo utilizar esos datos dentro de nuestro plan de entrenamiento. Un correcto entrenamiento dará como resultado una mejora en la fuerza/potencia, resultando en una mayor eficiencia de zancada. Aquí es donde está realmente la clave, en la eficiencia, siendo capaces de correr más rápido con menor esfuerzo. La eficiencia implica no solo poder dar valores de mayor potencia, sino fundamentalmente llegar a correr más rápido a menor potencia.
El éxito de un plan de entrenamiento radica en mejorar la eficiencia de carrera, mejorando los ritmos de carrera a menor potencia, y teniendo margen para correr más rápido por la capacidad de generar más potencia en cada zancada.
Adjuntamos gráfico de cruce de valores de lactato (indicador metabólico), pulso (indicador cardiovascular) y potencia (indicador muscular) en un test incremental en pista de atletismo.
Sin duda, la mejora del atleta estará mediada por el desplazamiento de la curva de lactato hacia la derecha (generar menos lactato a mayor ritmo) y vinculada a una mejora en la fuerza mediada por la capacidad de generar no solo más potencia, sino además más velocidad de carrera a menor potencia. En definitiva, la clave estará en conseguir eficiencia del sistema muscular, tanto a nivel mecánico-muscular como metabólico.
Se abre un apasionante campo ligado al entrenamiento de fuerza, porque por mucho que nos empeñemos, «sin fuerza no hay carrera». Ahora bien, cualquier entrenamiento de fuerza no vale, y deberemos ser muy precisos y puristas, ya que si no el resultado podría ser contrario al esperado.