Correr engancha, tanto que en la gran mayoría de las ocasiones nos olvidamos de que si solo corremos, a medio plazo tendremos que dejar de correr. En el entrenamiento de un corredor habitualmente hay dos grandes problemas que sí o sí deben ser mejorados;
- Gestionar la intensidad del entrenamiento. Más no es mejor, y lo sabemos, pero las ansias por mejorar y el subidón que supone entrenar de forma intensa prácticamente todos los días y sin descanso nos llevará a medio plazo al rendimiento comprometido por sobre-entrenamiento o a la lesión. Una de las claves del entrenamiento, y especialmente en atletas veteranos, es conseguir la eficiencia del mismo. El deporte es por definición lesivo, y más en edades superiores a los 45-50 años, cuando el sistema muscular y articular no responde como nos gustaría. La importancia de hilar muy fino en el entrenamiento radica en ajustar el volumen y la intensidad a lo que nuestro cuerpo puede soportar, asimilar y recuperar, tanto por la edad como por las circunstancias del día a día en cada uno de nosotros. Lo importante no es tanto entrenar mucho y al límite, sino todo lo contrario. Una gestión adecuada del entrenamiento nos permitirá un mejor rendimiento hoy, pero sobre todo en todos los años que tenemos por delante, y que queremos seguir disfrutando de nuestra gran pasión, «correr».
- El segundo aspecto está relacionado con la importancia que tiene preparar el sistema muscular para el estresante gesto y entrenamiento de la carrera. El entrenamiento de fuerza es fundamental para el rendimiento deportivo. En el caso concreto de correr, nuestro deporte favorito, existen evidencias científicas y clínicas de que sin fuerza no hay carrera. A medio plazo, no es posible pretender mejorar el rendimiento sin entrenar la fuerza correctamente. Tal y como se explica en Entrenamiento y Rendimiento, un entrenamiento de carrera sin el adecuado entrenamiento de fuerza conlleva al rendimiento deportivo comprometido. Este hecho es especialmente evidente en atletas veteranos, en los que la edad viene asociada ineludiblemente a una pérdida de función muscular. Es más, cada día tengo más claro que el mayor margen de mejora en el atleta veterano radica en un eficiente entrenamiento de fuerza. Sin embargo, cualquier entrenamiento de fuerza no es válido, y hemos de ser puristas y exigentes con la forma de entrenar la fuerza.
Para un corredor, los dos aspectos, la gestión de la intensidad de carrera además de un correcto entrenamiento del sistema muscular, son clave no solo para conseguir la máxima eficiencia del entrenamiento sino además para correr con salud. Ambos, gestión de intensidad y el entrenamiento de fuerza van de la mano, y están directamente relacionados. Cuanto mejor entrenemos nuestro sistema muscular más intensidad podremos incorporar en el entrenamiento de carrera. Sin embargo, si muscularmente no estamos preparados, a poca intensidad que incorporemos en el entreno de carrera nos llevará irremediablemente abocados a la lesión.