Es muy habitual en los corredores populares realizar más de un entrenamiento intenso a la semana. Sin embargo, deberíamos preguntarnos si las circunstancias de edad, así como laborales y familiares nos permiten recuperar todo lo que nuestro organismo necesita. Hemos de recordar, que la recuperación después de un entrenamiento intenso requiere al menos 7 días, por lo tanto es muy probable que la mayoría de los corredores populares estén sobre-entrenados. Entrenar por encima de lo que nuestro organismo puede asimilar y recuperar, no solo induce un rendimiento comprometido, sino además un gran riesgo de lesión. Correr de por sí es tremendamente agresivo, pero si además el sistema muscular está colapsado por sobre-entrenamiento el riesgo de lesión se incrementa de forma importante.
Sabemos por investigaciones científicas, que correr lejos de fortalecer, debilita (UsingMolecular Biology to Maximize Concurrent Training, KeithBaar, SportsMed(2014), 44 (Suppl2):S117–S125). Por lo tanto, y a pesar de disfrutar los entrenamiento de carrera, hemos de ser conscientes de que correr no nos hace fuertes, sino todo lo contrario. Si además la frecuencia con la que introducimos un entreno intenso en nuestro entrenamiento es de más de 1 vez cada 7 días, y en muchas ocasiones con competiciones de por medio, las papeletas de debilitar nuestro sistema muscular, y de impedir una correcta asimilación, se multiplican. El afán por correr rápido, y la idea equivocada del «no pain no gain», está convirtiendo el entrenamiento en meramente entrenar a muerte, sin ninguna pauta, rutina o estructura que ayude a recuperar la tremenda agresividad asociada al entrenamiento de la carrera.
Más no es mejor, y lo sabemos, pero las ansias por mejorar y el subidón que supone entrenar de forma intensa prácticamente todos los días y sin descanso nos llevará a medio plazo al rendimiento comprometido por sobre-entrenamiento o a la lesión. Una de las claves del entrenamiento, y especialmente en atletas veteranos, es conseguir la eficiencia del mismo. El deporte es por definición lesivo, y más en edades superiores a los 45-50 años, cuando el sistema muscular y articular no responde como nos gustaría. La importancia de hilar muy fino en el entrenamiento radica en ajustar el volumen y la intensidad a lo que nuestro cuerpo puede soportar, asimilar y recuperar, tanto por la edad como por las circunstancias del día a día en cada uno de nosotros. Lo importante no es tanto entrenar mucho y al límite, sino todo lo contrario. Una gestión adecuada del entrenamiento nos permitirá un mejor rendimiento hoy, pero sobre todo en todos los años que tenemos por delante, y que queremos seguir disfrutando de nuestra gran pasión, «correr».
El éxito del entrenamiento en el atleta popular radica en la gestión de la intensidad y en la continuidad. Si añadimos la variable edad, asociada a la gran mayoría de los corredores populares, razón de más para una necesidad imperiosa en la gestión sutil y eficiente de la intensidad. En la mayoría de los casos el corredor entrena a intensidades muy por encima de lo que debe. Sin embargo, es la continuidad, la inteligencia y la paciencia en el entrenamiento lo que hace rendir con la máxima eficiencia en la competición. Entrenamientos intensos ponen en riesgo la salud deportiva del corredor, porque éste no está preparado muscularmente para aguantar entrenos exigentes. Correr es de pacientes, y solo aquellos que consiguen continuidad sin lesión son los que realmente llegan al éxito y a los objetivos inicialmente marcados. Las marcas no se consiguen en pocos meses, ni tampoco existen atajos. El único secreto es el trabajo continuado, y para ello lo que realmente debe de primar en el entrenamiento es la gestión óptima del entrenamiento para evitar la lesión. Todo lo demás es secundario. El control, la seguridad y la eficiencia del entrenamiento son clave para la mejora. Más entrenamiento en el corredor popular habitualmente no es mejor. En el deporte de la carrera, por su agresividad y con un gran componente lesivo, nos vemos con la necesidad de gestionar la intensidad de forma eficiente. De esta manera, la intensidad debe ser suficientemente alta como para generar adaptación y por lo tanto mejora, pero siempre teniendo en cuenta el riesgo que tenemos de producir lesión si nos pasamos.
«La continuidad es clave para mejorar el rendimiento, y así el principal objetivo de cualquier plan de entrenamiento debería ser no lesionar, por encima de cualquier otro».
Entrenar va más allá de hacer km, y series, o gestos circenses en el gimnasio. A día de hoy tenemos un gran problema en el apasionante del mundo del corredor; «Estamos entrenando mucho más de lo necesario para conseguir la mejora del rendimiento. El resultado a largo plazo siempre es la lesión y el rendimiento comprometido».
La esencia del entrenamiento radica en ajustar la intensidad (series) con el descanso, además de no introducir más de un entreno intenso a la semana. Si nos pasamos en dosis de intensidad, es muy probable que el resultados sea contrario al esperado, por sobre-entrenamiento ó falta de adaptación, respectivamente.
Es clave recordar que nuestro organismo necesita al menos 7 días para recuperar de un entreno intenso, por lo tanto todo lo que sean hacer intensidad con mayor periodicidad implicará a largo plazo un rendimiento comprometido, especialmente en corredores veteranos y populares. Correr es de pacientes, las prisas son malas consejeras, y el rendimiento exitoso viene siempre con la continuidad y con la gestión óptima de la intensidad.