Antes de comenzar a debatir sobre las ventajas y desventajas del entrenamiento polarizado con respecto al entrenamiento tradicional tenemos primero que recordar una vez más el umbral láctico y en las dos vías metabólicas sobre las que se basa el entrenamiento. Ritmos de entrenamiento por debajo del umbral láctico corresponden a ritmos suaves, baja intensidad y niveles bajos de Lactato en sangre. Sin embargo, hay un punto en el cual, aumentando ligeramente la intensidad, los niveles de Lactato en sangre se disparan con poco aumento de intensidad. Este punto se denomina umbral láctico. De manera que a ritmos por encima de umbral láctico, la fatiga es palpable, y la capacidad de mantener el esfuerzo durante tiempo prolongado es limitado.
Una vez definido el umbral láctico, entonces podemos decir que zona 1 de entrenamiento corresponde a ritmos inferiores al ritmo umbral, zona 2 correspondería a ritmo de umbral, y zona 3 estaríamos hablando de ritmos por encima de umbral, difícilmente sostenibles en el tiempo.
No obstante los porcentajes en las tres diferentes zonas de entrenamiento de ambos modelos hay que cogerlos con pinzas. Las diferencias entre ambos modelos se basan en apenas un 5% entre trabajar solo zona 3, o bien distribuir el 20% de intensidad entre zona 2 y zona 3.
Si estudiamos en detalle ambos modelos del entrenamiento, podríamos llegar a la conclusión de que las diferencias son mínimas. Por ejemplo, si estructuramos un entrenamiento en zona 3, con intervalos de 1.000 m de intensidad, al teórico ritmo de zona 3, es evidente que no todo el intervalo se realizaría en zona 3. Es decir, es muy probable que la primera parte de cada intervalo de 1.000 m, desde el punto de vista metabólico (indicador interno), no de ritmo (indicador externo) se realice en zona 2, y únicamente la última parte del 1.000 m en zona 3. Por lo tanto, lo que en teoría podría ser un entrenamiento polarizado, se convertiría en un entrenamiento tradicional de 3 zonas de entrenamiento, porque desde el punto de vista metabólico no todo el intervalo se realiza en zona 3.
Aquellos lectores habituales de este blog, serán conscientes de la prudencia de la estructuración de los entrenamiento propuestos en este medio. Aquí, en el presente blog, por supuesto que no abogamos por un entrenamiento polarizado, pero ni siquiera por un tradicional de tres zonas, ya que en muy pocas ocasiones se proponen entrenamientos en zona 3, dejando estos ritmos únicamente para la competición. Pues bien, aquellos atletas que sigan los entrenamientos propuestos en este medio, si analizan bien los entrenos, llegarán a la conclusión de que incluso en la prudencia de nuestros entrenamientos, en ocaciones también se llegan a trabajar zona 3, además de la zona 1 y zona 2.
Un entrenamiento clásico propuesto en este blog es el correspondiente al ritmo controlado, es decir, zona 2, a ritmo correspondiente a umbral láctico. Imaginemos que el entrenamiento consiste en 8 km a ritmo de umbral láctico. Pues bien, es muy probable que la última parte del ritmo de 8 km se haga en zona 3, no con respecto al ritmo, sino con respecto al metabolismo utilizado por la célula muscular para proporcionar energía en forma de ATP. De esta manera, no todo el ritmo de 8km se realizaría en zona 2, sino que un porcentaje llegaríamos a realizarlo en zona 3 sin necesidad de tocar ritmos de competición, pero sí vías metabólicas. De igual manera, en un rodaje largo en el que en teoría se estructura en zona 1, es muy probable que a pesar de mantener ritmo en zona 1, desde el punto de vista metabólico lleguemos a trabajar zona 2 en los últimos km del rodaje. Si al final de la semana computamos todo el entrenamiento realizado en las diferentes zonas de entrenamiento, no en ritmo, sino en vías metabólicas, llegaríamos a la sorpresa de que en un entrenamiento en principio estructurado para zona 1 y 2, también trabajaríamos zona 3, al igual que más porcentaje en zona 2 de la inicialmente planificada.
En resumen, será importante analizar bien el entrenamiento realizado, y la estructuración del mismo, no tanto en ritmos, sino en vías metabólicas. Son estas últimas, es decir indicadores internos, las variables adecuadas a tener en cuenta en los entrenamientos para inducir mejora. Las primeras, los ritmos o indicadores externos, son una mera expresión de los segundos.
La esencia del entrenamiento radica en la capacidad de discernir cada entrenamiento, y en el objetivo buscado en cada una de las sesiones del entrenamiento global del atleta, no tanto en la búsqueda de ritmos. Un entrenamiento teóricamente estructura por ritmo podría dar lugar a resultados contraproducentes.