Todo atleta tiene en mente una competición objetivo en cada temporada, y para ello es necesario ajustar los entrenamientos enfocados hacia esa carrera tan deseada en la que ponemos todo nuestro esfuerzo para obtener un rendimiento óptimo.
Cuando planificamos el entrenamiento semanal, durante meses, incluso un año completo con el objetivo de una competición, hemos de pensar siempre a nivel celular. La célula muscular precisa de una energía para poder rendir al máximo, y de esta manera ha de ser enfocado hacia unas necesidades metabólicas para conseguir la eficiencia máxima en competición. El entrenamiento del metabolismo celular requiere optimizar la capacidad de oxidar (utilizar) no solo grasas sino además glucógeno y por supuesto lactato como fuente energética. En definitivo el entrenamiento radica en la optimización de sistemas metabólicos y energéticos asociados a las grasas, glucógeno y lactato. Un eficiente metabolismo celular en la utilización de estos compuestos energéticos será clave para maximizar nuestro rendimiento en competición. Por lo tanto hablamos de un entrenamiento enfocado hacia una eficiencia bioquímica para permitir a la célula muscular generar una contracción óptima así el movimiento articular asociado a cualquier gesto deportivo, y en concreto a la carrera.
Es evidente que en competición necesitamos ritmo de competición, pero previamente es necesario trabajar y entrenar para tener una buena base, que implica una función mitocondrial eficiente. Recordemos que la mitocondria en la maquinaria enzimática responsable del metabolismo en cualquier deporte de resistencia. La mitocondria es la estructura celular en la que tiene lugar el metabolismo con el fin de proveer energía para la contracción muscular.
Una de los objetivos del entrenamiento es proveer a la célula de una buena capacidad para utilizar lactato como fuente energética. De esta manera, el lactato, que es generado en grandes cantidades durante una competición, pueda ser utilizado como fuente energética. Esta capacidad que tiene la mitocondria de la célula muscular para utilizar el lactato como fuente energética ha de ser entrenado. Este aspecto es fundamental, porque difícilmente podremos tener un rendimiento óptimo en competición sin la capacidad de utilizar el lactato como fuente energética («lactate clearance»). Este componente del entrenamiento es especialmente evidente en las fases finales de una competición, en donde el éxito radica principalmente en el mecanismo de gluconeogénesis, es decir en la capacidad de generar glucógeno a partir del lactato altamente generado a intensidades máximas. Ahora bien, el lactato no lo es todo, y así un entrenamiento de base durante la preparación de una competición objetivo será también clave para la optimización en el uso de grasas y por supuesto de glucógeno como fuentes de energía para permitir la contracción muscular.
Las adaptaciones metabólicas requieren tiempo, meses de entrenamientos bien estructurados para tal fin. Ritmos de rodaje suaves serán clave para conseguir adaptación fisiológica en el metabolismo de las grasas, ritmos a umbral fundamentales para optimizar el metabolismo de glucógeno, y por supuesto, entrenamientos de súper-umbral/sub-umbral definitivos para adaptar a la célula muscular para usar lactato como fuente energética. Las diferentes vías metabólicas serán clave para un rendimiento óptimo en la competición, cada una de ellas en su momento clave, pero siempre con la capacidad de la célula muscular para utilizar todas ellas en competición. El éxito del rendimiento en deportes de resistencia radica en el entrenamiento metabólico, estructurado y asociado a la optimización de las fuentes energéticas; grasas, glucógeno y lactato.
