Si buscamos rendimiento, necesitamos indicadores con el objetivo de ajustar intensidades de entrenamiento. Con este fin, podemos diferenciar entre indicadores externos e indicadores internos. Ejemplos de indicadores externos pueden ser ritmo (min/km), potencia (vatios); por el contrario, indicadores internos podemos utilizar el pulso cardíaco (latidos/min), rango de percepción de esfuerzo (RPE), o bien niveles de lactato (mol/L) en sangre, entre otros. La cuestión es, qué es mejor emplear indicadores externos, internos o ambos, y dentro de cada uno, externo o interno, cuál de ellos.
La respuesta no es fácil, y probablemente dependerá del atleta, de la período de preparación durante la temporada, de los medios con los que cuente, o de otros factores. Es decir, qué sería mejor, plantear un entrenamiento por ritmo (min/km) o por pulso (latidos/min). La respuesta no es fácil, pero sí está claro que en la actualidad contamos con más medios para ambos casos. Así, hoy en día tenemos relojes con GPS para determinar ritmo de carrera, algo que hace unos años era improbable. De igual manera, desde hace más de 30 años tenemos la accesibilidad al pulsómetros. Pero a qué damos prioridad, al ritmo (indicador externo) o al pulso (indicador interno).
Imaginemos a un atleta que se dispone a realizar un entrenamiento de ritmo a umbral de 8 km, una sesión clave para la mejora del rendimiento en atletas de resistencia. Este atleta hipotético, tiene indicadores como referencia asociados al ritmo (por ejemplo 4:15/km, min:seg/km, además de indicador interno de 158 pulsaciones/min. Cómo debe plantear el atleta el entrenamiento, por ritmo a 4:15 ó por pulso a 158 pulsaciones/min. Además contamos con una variable adicional vinculado al desacople entre ritmo y pulso, que hace el proceso de regulación de intensidad más complicado todavía. Es decir, podemos mantener el ritmo constante objetivo de 4:15 durante los 8 km, sin embargo, si analizamos el pulso veremos como éste va cambiando (habitualmente aumentando), a lo largo de los 8 km a pesar de mantener el ritmo constante de 4:15. Este fenómeno en fisiología se denomina «uncoupling», o desacople entre el ritmo con indicador externo y el pulso como indicador interno.
La decisión no es fácil, pero probablemente lo primero que deberíamos preguntarnos es cuál es el objetivo del entrenamiento en cuestión. Qué objetivo tenemos con el entrenamiento de 8 km a ritmo de umbral. Una de las claves para la mejora del rendimiento en atletas de resistencia es la mejora de la capacidad del atleta para mantener ritmos de forma sostenible durante mucho tiempo. De esta manera el entrenamiento del metabolismo aeróbico como generador de energía para la contracción muscular será fundamental. Los seres humanos somos seres aeróbicos, y precisamos de oxígeno para vivir. También precisamos de oxígeno para generar energía, y para mantener la intensidad de actividad requerida en cualquier esfuerzo de rendimiento deportivo. Éste es precisamente el objetivo del entrenamiento a umbral, generar adaptación en el metabolismo aeróbico para generar energía y no depender del metabolismo anaeróbico. Éste último, aunque «eficiente» en la generación de fuerza y energía, tiene lugar únicamente en momento efímeros, cortos, y por lo tanto no válido para deportes de resistencia. Por lo tanto, cuanto más tiempo seamos capaces de mantener energía procedente de metabolismo aeróbico, más eficientes seremos en la generación de energía durante el gesto deportivo.
Aparece aquí un concepto clave, metabolismo aeróbico dependiente de oxígeno. Cuanto más tiempo seamos capaces de depender del metabolismo aeróbico a altas intensidades, y no tanto del metabolismo anaeróbico, más capacidad tendremos para mantener la intensidad deseada en el tiempo. Es evidente de esta manera que el entrenamiento enfocado hacia la adaptación del metabolismo aeróbico muscular es la clave para la mejora del rendimiento en el deportista de deportes de resistencia. Éste es por lo tanto el objetivo, y a partir de ahí tendremos que decidir cuáles son los indicadores más válidos con este fin. El tema no es tanto el medio, sino el fin, y escogiendo las mejores herramientas podremos tomar la mejores decisiones con el fin último, que no es más que la mejora del rendimiento con salud.