Uno pensaba que correr era un simple movimiento de tijera donde una pierna iba hacia delante y otra hacia detrás.
Uno pensaba que cuanto más rápido se entrenaba, mejores marcas se cosecharían.
Uno pensaba que el propio acto de correr era suficiente para fortalecer la musculatura.
Uno pensaba, desde su ignorancia, todas estas cosas… Hasta que se lesionó. Y ahí apareció Luis del Aguila para darle la vuelta a mis erróneos constructos. No le importó que yo fuese un humilde machaca popular, muy lejos del nivel de otros de sus discípulos (y digo bien, discípulos, porque más que de un deporte, casi hablamos de una religión).
En este camino hemos aprendido muchas cosas, y otras tantas que aún nos quedan por aprender. Paso a paso, zancada a zancada, (y levantándome tras algún que otro traspiés), él me ha devuelto la ilusión por competir. En los 10K, en la media o en el maratón, me ha llevado de nuevo hasta las marcas que ya creía perdidas, aquéllas que consideraba legítimamente «mías». Pero sobre todo, me ha hecho ver la diferencia entre correr y correr eficientemente.
Y es que, seas machaca o seas máquina, amigo lector, lo importante no es arañar un minuto al crono. Lo importante, y por muchos años, es correr SIN DOLOR.
¡ Gracias, Luis! ¡Gracias, Maestro !