Es muy probable que uno de los grandes errores del corredor radique en intentar emular ritmos de competición en entrenamiento. De esta manera, parece una utopía competir a ritmos que previamente no han sido entrenados. Nada más lejos de la realidad. Probablemente el principal problema resida en fijarse en indicadores de ritmo, más que en las adaptaciones fisiológicas del metabolismo muscular. Intentaremos explicarlo.
Cuando se planifica el entrenamiento, uno de los grandes problemas reside en fijarse en ritmos, más que en adaptaciones. Ritmos de carrera es un indicador externos, es decir, es aquello que se ve, contrariamente a las adaptaciones fisiológicas, únicamente medibles con métodos de laboratorio. Adaptaciones fisiológicas musculares implican la mejora en la eficiencia de las enzimas responsables de modular y regular el aporte energético, y por lo tanto para la mejora de la eficiencia muscular en su función principal que es la contracción y la generación de fuerza para el movimiento en el gesto de la carrera. Lo realmente importante no son los ritmos, sino la mejora en la eficiencia de estas enzimas responsables de la generación de fuerza muscular.
Pongamos un ejemplo de éxito, real, de un corredor capaz de correr sub 40´en competición, a pesar de realizar ritmos de entrenamiento lejos de 4´/km. Abajo, en la gráfica, la eficiencia viene dada por la capacidad del atleta de mantener un pulso constante a ritmos de competición. Este hecho solo será posible si el atleta tiene buena eficiencia, ha entrenado de forma correcto, no tanto en ritmos de competición sino más bien en la mejora de indicadores internos enzimáticos. Evidentemente no medimos durante el entrenamiento la eficiencia de estas enzimas en su capacidad de generar energía y fuerza, pero sí sabemos que entrenando de forma adecuando mejoraremos la eficiencia de ellas.
Cuando un atleta dice que hace el mismo entrenamiento de ritmo controlado de 7 km a 4´25″, es posible que el ritmo efectivamente sea el mismo, pero a nivel interno la eficiencia es totalmente diferente en la primera semana con respecto a la semana 23 de entrenamiento. El hecho de que el ritmo y la distancia sean la misma, no significa que el entrenamiento sea el mismo. Aparentemente es el mismo, pero internamente es muy diferente.
Por lo tanto, no nos fijemos únicamente en ritmos y distancias en la planificación de un entrenamiento, sino más bien en las adaptaciones fisiológicas internas que genera el entrenamiento en el corredor.
El lector podrá imaginar que el atleta en cuestión seguirá haciendo los entrenamientos a los mismos ritmos, aunque es muy probable que siga mejorando su marca en competición, porque una cosa es el indicador externo, y otra muy diferente la mejora en la eficiencia de los indicadores internos. Estos seguirán mejorando a pesar de mantener constante los indicadores externos, siempre y cuando haya continuidad no de meses, sino de años sin lesión.