El entrenamiento por zonas es una técnica ampliamente utilizada en deportes de resistencia, especialmente en el running, para estructurar y planificar las sesiones de manera efectiva. Esta metodología divide el entrenamiento en diferentes zonas de intensidad, lo que permite a los corredores entrenar distintos sistemas metabólicos con el objetivo de mejorar su rendimiento en competiciones. Aunque comúnmente se hablan de 5 zonas de entrenamiento, algunos entrenadores optan por trabajar con 3, 7 o incluso 9 zonas, dependiendo del enfoque y los objetivos específicos. En este artículo, exploramos cómo funciona este sistema, sus limitaciones y si realmente es la mejor opción para mejorar el rendimiento de los corredores.
¿Qué Son las Zonas de Entrenamiento?
En términos generales, las zonas de entrenamiento se dividen según la intensidad del esfuerzo. A continuación, se describen las 5 zonas más comunes:
- Zona 1: Recuperación
Entrenamiento a baja intensidad, ideal para recuperación activa. Se utiliza para mejorar la circulación sanguínea y facilitar la eliminación de productos de desecho metabólicos. - Zona 2: Aeróbica
Aquí se mejora la capacidad aeróbica, optimizando el metabolismo de las grasas. Es una zona clave para aquellos corredores que buscan mejorar la resistencia a largo plazo. - Zona 3: Umbral Aeróbico
Esta zona está dirigida a aumentar la capacidad del corredor para mantener esfuerzos prolongados. El objetivo es mejorar la eficiencia en el uso de glucógeno y lactato. - Zona 4: Umbral Láctico
El entrenamiento en esta zona mejora la tolerancia al lactato, permitiendo mantener esfuerzos de alta intensidad sin acumular fatiga rápidamente. - Zona 5: VO2max
Entrenamientos de alta intensidad orientados a mejorar la capacidad máxima de oxígeno (VO2max), lo que incrementa la eficiencia cardiovascular y pulmonar.
Cada una de estas zonas se asocia a un sistema metabólico específico. Las zonas 1 y 2 optimizan el metabolismo de grasas, mientras que las zonas 3, 4 y 5 se centran en el metabolismo de glucógeno y lactato. Sin embargo, existen algunas limitaciones en este enfoque.
Limitaciones del Entrenamiento por Zonas
Aunque el entrenamiento por zonas es útil para estructurar sesiones, tiene limitaciones. No siempre es exacto asociar un único resultado metabólico a cada zona de entrenamiento. El metabolismo humano es más dinámico de lo que parece, y los sistemas aeróbico y anaeróbico no se «apagan» de manera exclusiva según la zona en la que se entrenen.
Por ejemplo, entrenar en la zona 2 no significa que solo se utilicen las grasas como fuente de energía. De hecho, en esfuerzos prolongados, también se puede utilizar glucógeno, incluso si se está entrenando a intensidades consideradas aeróbicas. Lo mismo sucede en la zona 5: aunque se asocia al VO2max y al metabolismo anaeróbico, también se utiliza el sistema aeróbico, especialmente en sesiones de alta intensidad.
Esto nos lleva a preguntarnos si realmente el enfoque por zonas es la herramienta más eficiente para mejorar el rendimiento de un corredor. La realidad es que el cuerpo humano está constantemente utilizando tanto el metabolismo aeróbico como el anaeróbico, y las transiciones entre estos sistemas ocurren de manera dinámica y continua durante el entrenamiento.
El Rol del Oxígeno Muscular: Un Nuevo Indicador
Recientemente, han surgido dispositivos que permiten medir el porcentaje de saturación de oxígeno muscular (SmO2), lo que brinda una visión más precisa de lo que está ocurriendo a nivel celular durante el esfuerzo físico. Este indicador puede ofrecernos información valiosa sobre cómo el cuerpo está utilizando el oxígeno, y nos permite ver cómo varía la demanda de oxígeno según la intensidad del entrenamiento.
- Subida en la saturación de oxígeno muscular: Indica que la célula muscular está recibiendo más oxígeno del que necesita.
- Bajada en la saturación de oxígeno muscular: Muestra que la célula está utilizando más oxígeno del que recibe, lo que indica un mayor esfuerzo y una mayor demanda de energía.
- Línea estable: Significa que la célula muscular está recibiendo y utilizando oxígeno de manera equilibrada, lo cual es típico en esfuerzos moderados y estables.
Al analizar gráficos de entrenamientos largos, como los de corredores de montaña, vemos una gran variabilidad en la saturación de oxígeno muscular, lo que pone en evidencia que el entrenamiento no se limita a una única zona metabólica. En realidad, durante un esfuerzo de larga duración, el cuerpo se adapta y utiliza diferentes fuentes de energía en función de la intensidad y las demandas del terreno y la velocidad.

¿Son las Zonas de Entrenamiento Realmente Eficientes?
El análisis de la saturación de oxígeno muscular sugiere que el enfoque de zonas de entrenamiento podría ser demasiado simplista. En realidad, la célula muscular no opera en una única zona, sino que ajusta sus procesos metabólicos según la demanda del momento, activando sistemas tanto aeróbicos como anaeróbicos de forma simultánea.
Por lo tanto, el entrenamiento basado en zonas puede ser útil como herramienta estructural, pero no debe ser visto como una solución única. La clave del rendimiento no está solo en entrenar a intensidades específicas, sino en adaptar el entrenamiento a las necesidades metabólicas reales de cada corredor, utilizando la mayor variedad de herramientas disponibles para evaluar y optimizar el proceso de entrenamiento.
Conclusión: ¿Cómo Entrenar para Satisfacer las Demandas de la Célula Muscular?
Si bien el entrenamiento por zonas sigue siendo una herramienta válida, es importante comprender que el cuerpo humano es mucho más complejo que lo que las zonas de entrenamiento sugieren. La verdadera mejora en el rendimiento llegará cuando se logre un entrenamiento que combine la activación de diferentes sistemas metabólicos de manera flexible, ajustando las sesiones a las necesidades específicas del corredor en cada momento. Esto es clave no solo para mejorar el rendimiento, sino también para optimizar la recuperación y prevenir lesiones en el camino hacia la competición.
El futuro del entrenamiento en corredores podría estar más en la medición precisa de los cambios en la saturación de oxígeno muscular, lo que permitiría un enfoque más individualizado y eficiente para satisfacer las demandas metabólicas de cada atleta.